Cuando existe un desequilibrio entre ambas arcadas hablamos de mala mordida o maloclusión. Tener una buena mordida va mucho más allá de la estética. La forma en que encajan los dientes superiores e inferiores afecta directamente a la función masticatoria, la pronunciación y la salud general de la boca. En Clínica Dental Vázquez Lameiras te explicamos cuáles son los tipos más comunes, qué los causa, cómo detectarlos y cuáles son las soluciones más eficaces.
En una mordida ideal, los dientes encajan como una “cremallera”: los superiores cubren ligeramente a los inferiores y las arcadas se alinean de forma equilibrada. Cuando esa armonía se rompe, aparecen desviaciones que pueden ser leves o más complejas y que generan tensión en músculos, encías y articulación temporomandibular.
Las malas mordidas pueden deberse a una combinación de factores: genética, crecimiento óseo desigual, pérdida prematura de dientes, hábitos infantiles (como el uso prolongado del chupete o chuparse el dedo), y problemas respiratorios o funcionales —por ejemplo, respirar por la boca o empujar la lengua al tragar—.
Tipos de maloclusiones
A continuación, repasamos las alteraciones más comunes y cómo estas afectan o empeoran nuestra salud bucodental:
1. Sobremordida
La sobremordida se produce cuando los dientes superiores cubren en exceso a los inferiores al cerrar la boca. Esta maloclusión es de las más frecuentes y tiene distintos grados: puede ser leve o llegar al punto de que los dientes de arriba cubran completamente los de abajo.
Este tipo de mordida puede provocar desgaste prematuro en los dientes inferiores, dolor mandibular y, en los casos más graves, dificultad para cerrar la boca correctamente o alteraciones en la articulación temporomandibular.
Cuando se da la sobremordida de los dientes inferiores sobre la arcada superior, la denominamos mordida cruzada anterior, y su tratamiento será diferente a la sobrermordida superior.
Su tratamiento dependerá de la edad del paciente y de la causa: en niños, la ortopedia dentofacial permite guiar el crecimiento óseo; en adultos, se combina ortodoncia (como alineadores transparentes o brackets) con, en algunos casos, rehabilitación oclusal o cirugía ortognática.
2. Mordida cruzada
En este tipo de mordida, los dientes inferiores se posicionan por fuera de los superiores, como si se “mordiera al revés”. Puede ser anterior (afecta a dientes frontales) o posterior (afecta a molares y premolares) y presentarse en un solo lado (unilateral) o en ambos (bilateral).
La mordida cruzada no corregida altera la simetría facial y puede hacer que la barbilla se desvíe hacia un lado. A largo plazo, origina desgastes irregulares, dolor muscular y limitación al abrir la boca. Se corrige con aparatos de expansión o con ortodoncia que restablece el equilibrio de las arcadas.
3. Mordida abierta
En la mordida abierta, los dientes superiores e inferiores no llegan a tocarse al cerrar la boca, quedando un espacio vertical visible. Este tipo de maloclusión puede ser anterior (entre los dientes frontales) o posterior (entre los molares o premolares).
Entre sus causas destacan los hábitos de presión lingual, la succión prolongada del dedo o el chupete, y patrones de crecimiento esquelético alterados. Además de comprometer la estética, puede provocar dificultad para morder alimentos, alteraciones del habla y desgaste irregular en las piezas posteriores.
El tratamiento combina ortodoncia y fisioterapia miofuncional para reeducar lengua y musculatura. En los casos más avanzados, puede requerirse una corrección quirúrgica.
4. Mordida borde a borde
En este caso, los bordes de los dientes superiores e inferiores chocan directamente. No hay solapamiento, lo que provoca un contacto continuo que desgasta el esmalte y genera sensibilidad dental. También puede derivar en microfracturas y problemas de encías.
Esta mordida está asociada con prognatismo mandibular o con alteraciones esqueléticas menores. El tratamiento busca reposicionar los dientes y establecer una oclusión más estable, generalmente mediante ortodoncia.
Consecuencias de no corregir una mala mordida
Ignorar una maloclusión implica más que un problema estético. Con el tiempo, puede derivar en:
- Desgaste y fracturas dentales.
- Dolor o clics en la articulación temporomandibular.
- Tensión muscular en la cara y el cuello.
- Problemas para masticar, hablar o respirar correctamente.
- Mayor riesgo de caries y enfermedades periodontales, ya que la limpieza se complica.
Además, las maloclusiones pueden afectar la confianza y la expresión facial, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes.
Diagnóstico y tratamiento
La corrección depende de la edad y gravedad del caso. Cuando se trata de pacientes en crecimiento, los aparatos ortopédicos y funcionales guían el desarrollo óseo. En adolescentes y adultos, la ortodoncia con alineadores transparentes o brackets restaura la posición ideal de las arcadas. En casos complejos, puede combinarse con cirugía ortognática para alinear huesos y dientes correctamente.
El plan se completa con revisiones periódicas, educación en hábitos saludables y mantenimiento posterior para asegurar resultados duraderos.
Detectar los signos de una maloclusión a tiempo es fundamental. Visitas periódicas al dentista desde los 6 años permiten observar la erupción dental, la alineación y el desarrollo facial. De este modo, se pueden evitar tratamientos invasivos en la edad adulta y conservar la función y la estética dental a largo plazo.
En Clínica Dental Vázquez Lameiras ofrecemos un enfoque preventivo y personalizado, centrado en equilibrar salud, funcionalidad y estética. Si notas que tu mordida no encaja bien o presentas molestias al masticar, es momento de pedir revisión: corregir hoy es ganar salud y comodidad para el mañana.
